miércoles, 16 de abril de 2008

¡SOCORROOOOO!

Eso pensé al diplomarme en Magisterio de Educación Primaria. Os preguntaréis por qué, claro está. Pues muy sencillo, porque sentía que en la carrera faltaban muchos contenidos necesarios para todo maestro, y otros presentes sobraban porque no son funcionales para nuestra práctica docente. Durante la carrera era consciente de que nos faltaba formación para afrontar nuestra profesión, pero no lo constaté hasta que hice las prácticas en el período final de la carrera. Esto fue así, en parte, porque como alumnos de magisterio los alumnos de los colegios nos quedaban muy lejos de nuestras aulas de la universidad. Con esto quiero decir que no había conexión entre la teoría que se nos impartía con respecto a la práctica docente. Una vez finalizadas las prácticas, y por lo tanto la carrera, me dije: ¿y ahora qué? Barajaba varias opciones, pero no me sentía nada preparada para tener bajo mi responsabilidad la educación de mis alumnos, pues sentía que mi formación era insuficiente, y aunque dicen que el oficio se aprende trabajando preferí seguir formándome en la universidad, así que comencé psicopedagogía.